dc.description.abstract | En 1986, Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013) enunció una hipótesis iconográfica y textual acerca del pensamiento cosmogónico antiguo mexicano, la cual redimensionó nuestra visión de conjunto de lo que hoy llamamos Mesoamérica (Imagen de Tláloc, UNAM). Mediante rigurosa investigación organizada en dos argumentos, este autor encontró que Tláloc representa, en realidad, un antiquísimo mito cosmogónico que le atribuye al ser humano el papel detonante de la creación universal, y de cuyo cuerpo se hizo surgir la Tierra y el Cielo, es decir, todo lo creado. “Motor y materia de la creación del mundo”, el hombre asume su vocación creadora iniciando una relación de alianza con la divinidad, y con el mundo a su alrededor. Tomando como base la hipótesis Cosmogónica y a partir de 2006, Octavio Quesada ha confirmado y extendido sus conclusiones al demostrar, primero, la ocurrencia en las imágenes divinas de un grupo de signos abstractos que, junto con los signos naturalistas previamente estudiados, sugirió constituyen un solo sistema de comunicación visual. Esta hipótesis fue confirmada posteriormente en la cultura olmeca y mostró ser actuante entre los mayas para levantar la imagen de Chaac. En el presente trabajo se describe un conjunto de relaciones constitutivas de su sintaxis, y un intento por aprehender la manera en que se integra el sentido en estas imágenes. Pero la presencia operante del sistema en las distintas culturas, y sobre todo la reiteración del mismo discurso plástico principal, el Tláloc, indica que todas estas culturas, diversas como lo fueron en sus orígenes, etnicidad inicial y lenguas, habrían utilizado el mismo sistema de creencias. “Todas entonces —concluye el autor— desde los olmecas hasta los mexicas habrían conformado una sola gran civilización, profusamente diversa, orgánicamente integrada, milenaria, de aspiraciones universales cumplidas, enaltecedora del valor supremo de lo humano.” | en_US |