Material de Lectura
Autor(es)
Resumen
Dicen que el mejor prólogo es el que no se escribe. Desde luego con Aline Pettersson es debido y justo, dada su rebelión de alas creadoras, el aire y la luz en el cerebro, los cautelosos y deslumbrantes pasos interiores de la inteligencia. Sabe de palabras exactas y de ráfagas, de resolanas o huellas de la fugaz estrella que miramos en la carretera. Leerla es aquel placer de oler el perfume de la abuela que olvidó en un rincón del ropero: alhelíes, no, heliotropos, sí. Pegado el tapón con cera de París y encima un listón en moñito, prodigiosamente nuevo.
Subárea de conocimiento
- Cuento [128]